domingo, 22 de noviembre de 2009

La visita (versión 38)

Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían en coche para visitar una bodega. Aquella visita cambió sus vidas.
Al llegar, una de las personas sintió como si hubiera estado en aquel lugar y lo conociera muy bien, pero pensaba que era una tontería.
Al entrar en la taberna se quedaron sorprendidos al ver el estado en el que se encontraba, solo estaba el dueño que parecía muy apenado.

Se trataba de tres amigos que querían visitar aquel pueblo y conocer sus famosos vinos.
Justo de acabar con la visita, la mujer, Fermina, oyó algo, como el sonido atrayente del mar cuando está en calma y el viento sopla al compás del agua provocando un musical sigiloso en los oídos de la gente.
A los pocos días, Fermina no paraba de pensar en aquella bodega, había algo en ella que le atraía.
Decidió acercarse a la taberna y probar alguno de aquellos vinos tan famosos que tenían allí. Ella se quedó paralizada al degustarlos, pues estaban amargos y sin sabor. Le preguntó al tabernero porqué estaba la bodega tan solitaria y qué le ocurrieron a los vinos, y él, desolado, le contestó casi sin aliento: “Porque la muchacha olvidó este lugar”.
Al día siguiente, fueron a la bodega, pero se encontraron con una inesperada sorpresa, la taberna la habían cerrado para siempre. Decidieron romper el candado y entrar. Todo estaba mucho más viejo, como abandonado, parecía que llevaba años sin abrirse, no podían creer lo que estaban viendo, ya que sólo pasó un día desde la última vez que estuvieron allí.
Ella sentía algo especial por aquel lugar pero no podía explicar porque le tenía tanto cariño.
De repente, se empezó a escuchar esa música tan agradable otra vez, y Fermina empezó a tener visiones. Veía una bodega iluminada llena de gente y en la barra una muchacha sonriente sirviendo vino.
Cuidadosamente se fueron acercando al lugar de donde procedía la música, pero no había ningún hueco para acceder al otro lado del muro. Entonces, con un objeto punzante que se encontraron allí, empezaron a tirar aquel muro. En ese instante, mientras se desprendía la pared, Fermina tuvo un recuerdo de su juventud. Recordó que al otro lado de aquella pared, se hallaba el secreto de aquella distinguida bodega. Se trataba de un gran almacén, en el cuál se escondía, a parte de los grandes enigmáticos barriles de vinos, el sonido reluciente de los vinos al chocar con el cristal de las botellas y el aroma de aquel líquido negro que tanto les gustaba a los clientes.
En aquel dorado lugar, vio en uno de los barriles algo escrito, el nombre de Mina, y recordó como años atrás una muchacha escribía su nombre justo ahí. Entonces, se dio cuenta de que aquella joven era ella misma, Fermina. No sabía que había pasado para que ella no recordara aquel lugar, y porqué, tiempo atrás, se fue de allí.
Fue en busca del tabernero para que le explicara que fue lo que sucedió. Él no podía creer lo que Fermina le estaba diciendo, ya que aquel señor mayor era su padre. Él le contó lo que pasó y ella sorprendida le dijo que nunca volvería a ocurrir.
Una semana después, Fermina y su padre decidieron arreglar la bodega y volver a abrirla. Ella les dijo a sus amigos que no se preocuparan, que con el dinero que daría la bodega podrían pagar las deudas que tenían de un negocio, y así poder cerrarlo.
Aquella inesperada visita cambió el futuro de estas personas y el de la bodega, puesto que abrió la puerta en donde se escondía la magia de aquella taberna, la cuál nunca más se volvería a marchar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario