domingo, 8 de noviembre de 2009

La visita (versión 53)


Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían en coche para visitar una bodega. Aquella visita cambió sus vidas y se convertiría en una de las experiencias de la vida para contar a los nietos, como es el caso. Uno de esos recuerdos que parecen dormidos en el olvido hasta que tu olfato detecta un olor característico que te transporta al pasado, como es el aroma de un buen vino. El camino en coche non se hizo muy pesado, aunque no se dirigieron palabra, Lucas conducía el coche mientras escuchaba en la radio que se precipitaba tormenta, su mujer leía información sobre la bodega, parecía ser la única interesada en aquella visita y Juan, Marcos y Ana ilustraban sus mentes con sus respectivas psp.

Comenzaron la visita acompañados de un guía que según mi madre que en aquel momento tenía dieciséis años, era bien parecido, en el jardín de un enorme castillo del siglo XVII todo lleno de ventanucos acristalados, algunas vidrieras de colores y una anciana enredadera que surcaba los alfeices de gran parte de la fachada. Una puerta que no se lograría a acertar su peso se abrió lentamente y un olor fuerte, con poder, les inundó de repente, les sumió en un mundo totalmente desconocido para ellos y entonces comprendieron que se debía a la elaboración del famoso vino.

El guía les indicó con un gesto amable que les siguiera mientras comentaba la historia y proceso de elaboración de la tan codiciada bebida de los Dioses. Bajaron unas escaleras pendientes y estrechas, podían notar la humedad y el frío en la piel, estaba oscuro y el olor se hacía cada vez más penetrante tanto que casi se podía saborear. De pronto un hombre diminuto salió de una puertecita que tenían a mano derecha una vez habían bajado las escaleras, su semblante era lúgubre y sus ojos estaban un poco amarillos como si no hubiera visto la luz del día en varios años, fue un encuentro inesperado para todos los asistentes, incluso algún grito que otro se escuchó. El guía se apresuró en presentarle como Luís, el hijo del Marqués, propietario del castillo y la bodega. Siguieron con la visita y ahora tocaba ver las grandes tinajas de barro donde se almacenaba el vino, después de eso salieron por indicación del guía al exterior donde les esperaba una cata de vino y productos tradicionales aunque preguntó si alguien quería quedarse con él en aquella habitación para contestar a cualquier pregunta sobre lo visto y aprendido durante la visita pero todos salieron a degustar no fuera a ser que después no probaran bocado.

Todos parecían estar pasando un buen rato cuando vieron acercarse a un hombre con un andar un poco destartalado al igual que sus ropas, comenzó a hablar con mi abuelo y comprobaron que su voz se entrecortaba y a veces tenia ausencias, por llamarlas de alguna manera.

Nadie sabía quien era, no pertenecía al grupo de visitantes pero se integró rápidamente, según hablaba, él creía estar en un concurso de cata de vinos pero no como degustación para elegir al de mejor solera, aroma, sabor…si no a ver quién bebía más rápido. Todos coincidieron en que de cuerdo le quedaba poco. A pesar de ello la tarde fue muy agradable para todos y se alegraban de la visita realizada a la bodega.

Sobre las cinco, una sirena perturbaría aquella apacible tarde. De un coche de policía bajó un hombre bien uniformado que les enseñó una foto al mismo tiempo que les informaba que se trataba de un perturbado mental, un loco escapado de un manicomio, que aunque no era peligroso precisaba de medicación urgentemente. Las miradas se entrecruzaron, estupefactos no podían articular palabra pues se trataba del hombre que habían conocido y cuyo comportamiento no era muy coherente.
Las miradas lo buscaban entre ellos mismos, pero nadie lo encontraba, por fin uno de los visitantes informó al jefe de policía y todos entraron a la bodega cuya puerta permanecía abierta.

Nada más entrar el policía encontró el cuerpo del guía tumbado en el suelo, y todo empapado en vino. Se acordonó toda la zona y todos los presentes observaron que en una de las principales estanterías faltaban dos botellas cuyo valor era incalculable pero todos estaban de acuerdo en que no era motivo suficiente para un asesinato. El policía mandó en busca y captura al loco mientras una ambulancia intentaba reanimar el cuerpo del malogrado guía. Sobre las nueve de la noche supimos que el guía se salvaría pero había faltado poco para que no lo contara, fue a esa hora cuando se encontró una de las botellas desaparecidas, estaba vacía pero con el corcho puesto y dentro había un papel, el policía destapó la botella y el papel era un albarán de la empresa del Marques con una nota en la que se podía leer “Yo no he sido”. Nadie entendía nada, el guía apareció con un golpe en la cabeza y todo empapado en vino pero el vino de una sola botella no era suficiente, alguien escribió esa nota pero podía ser quien vio lo sucedido o incluso el culpable.

Sobre las diez de la noche encontraron a Rony, el loco, totalmente ebrio con la otra botella de 8.000 € desaparecida en la mano y lo único que decía era que el vino de esa tierra era exquisito. Cuando pudo hablar explicó al policía que él entró a la bodega atraído por el olor y escuchó ruidos dentro de una tinaja, subió por la escalera que estaba apoyada en ella y vio al guía medio ahogado, lo sacó y lo tumbó en el suelo. Se bebió la primera botella allí al lado de él y decidió escribir el mensaje por si acaso alguien le quería cargar el muerto.

Luego se supo que fue Luís quien empujo al guía a la tinaja cuando este estaba comprobando el estado del vino, su propio hermano, pues ambos eran hijos del Marques. Así que esta historia me la contó mi madre Ana, ella tenia sólo dieciséis años pero para ella fue una aventura inolvidable en la que el final no fue drástico y donde comenzó su amor por el cuidado del vino y su cultura tan ancestral, ese aroma nos lo transmitió a todos sus hijos quienes ahora brindamos en la mesa con nuestra propia cosecha a la salud de Ana y agradeciendo tan grata visita a su primera bodega.

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