domingo, 8 de noviembre de 2009

La visita (versión 54)


Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían en coche para visitar una bodega. Aquella visita cambió sus vidas, nada más cruzar la gran puerta de hierro en la que forjado estaba el año de fundación de la bodega “1818” olvidaron el cambio de planes, les asaltaron miles de sensaciones, un gran jardín, con cientos de árboles frutales: cerezos, naranjos, limoneros, azaleas, geranios, pitas, jazmines, el trinar de cientos de pájaros…notaron tranquilidad, alegría y les embriagó el olor a flores y a tierra mojada.

Al adentrarse por el caminito de piedras dejaron atrás viejas máquinas que en su día se movieron miles de millones de veces para elaborar los mejores caldos de la región. A esa hora aún había pocas personas de visita pero si vieron a una pareja de japoneses con sus máquinas de fotos inmortalizándose delante de los amasijos de hierros convertidos hoy en esculturas.

Al final del camino una señorita ataviada con traje típico les obsequió con una copa de vino que les supo a gloria en cuanto lo probaron y les acompañaron al interior de la nave que se abría paso por entre arcos de piedra.

Según se adentraban, notaron el frescor, la humedad, el olor a madera de miles de barriles de roble americano que según les explicó la señorita tenía cada uno la capacidad de 500 litros y que descansaban a una temperatura constante que era fundamental para el buen desarrollo del vino.

Vieron algunas de las barricas firmadas por personas muy famosas como actores de cine y cantantes e imaginaron que en el mismo sitio donde ahora se encontraban habían pasado personas tan importantes y se sonrieron unos a otros.
Les condujeron hasta un pequeño auditorio donde tras sentarse en unos sillones muy cómodos les explicaron la historia de la bodega, la familia fundadora la elaboración de los Caldos, los secretos que habían sido utilizados desde antaño…
Luego les acompañaron hasta lo que ellos llamaron un lagar de prensado de uva en el que había una fila de prensas horizontales con 5.000 Kg cada una y que usaban 300.000kg al día de uvas.

Al salir por un lateral, llegaron a unos viñedos anexos a la bodega y a una pequeña nave donde les contaron que se realizan investigaciones sobre plagas, calidades, olores, sabores….

El sol empezó a filtrarse por los altos ventanales y pensaron después de comprar algunas botellas, que la bebida ya la tenían pero que la comida aún estaban a tiempo de comerla en el chiringuito de la playa.

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