domingo, 8 de noviembre de 2009

La visita (versión 49)


Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían del coche para visitar una bodega. Aquella visita cambio sus vidas…


Hacía poco que la empresa donde trabajaban había cerrado sus puertas. El motivo que les dieron, unos días antes de echar el cierre definitivo fue que por motivos de la crisis, el descenso de las ventas había llevado a la empresa matriz, residente al otro lado del atlántico, llevarse la producción a un país del sureste asiático, donde el precio de mano de obra, era mucho más barata.

Aquella decisión no afectaba, no solo a los trabajadores, si no a las familias de estos trabajadores que se veían ahora en la calle.

El día no aconsejaba el baño por lo que decidieron realizar una visita vinícola por el interior de la comunidad autónoma.

Tras desayunar fuerte, cargados de mapas y guías marcharon en busca de aquellos lugares que en cuyas entrañas guardaban los mejores caldos de la zona.

Toda la mañana la pasaron recorriendo las carreteras, en busca del objeto de la excursión. En cada lugar que visitaban, comprabas una caja de botellas, con intención de montar una pequeña bodega en sus casas.

Aquel recorrido, lo completaban paseando por los pequeños pueblos, cuyas calles eran paseadas por los dos matrimonios, que cuando volvieran a la capital, tendrían que recorrer, empresas de trabajo temporal y polígonos industriales, en busca de un nuevo trabajo.
Cerca de la hora de la comida, llegaron a un restaurante, recomendado por la guía, que le dieran en el hotel, cuyos precios se encontraban al alcance de sus bolsillos.
La guía no faltaba a la verdad. El servicio era bueno y la cocina excelente. Los vinos de calidad y con precios moderados.

Tras pagar la cuenta, y mientras esperaban la vuelta, una de las mujeres pregunto, que bodegas irían a visitar por la tarde.

- Cerca de aquí, hay unas bodegas familiares que se pueden visitar. Al finalizar la visita te ofrecen degustar sus caldos.
A los matrimonios, aquella opción, pareció satisfacerles.
- Parece una buena idea, antes de volvernos al hotel, dijo el hombre más joven.

Los dos matrimonios se encaminaron hacia las bodegas. Toda la tarde estuvieron visitando diferentes establecimientos.

Cuando el sol declinaba, dirigieron sus pasos a la última bodega que pondría punto y final, a la excursión que dio comienzo a primera hora de la mañana.
Lo primero que les llamo la atención, era el cartel que aparecía en la entrada, con las palabras se vende.

Los dos hombres se miraron. Aquella mirada no pasó desapercibida a las mujeres.
La siguiente media hora la pasaron viendo las instalaciones de la bodega, acompañados por el dueño.
Mientras servía las copas de vino, el hombre mayor, preguntó si era cierto que la bodega se encontraba en venta.
- La bodega y los viñedos que la rodean.

- Y eso.
- Mis hijos cuando se casaron marcharon lejos de aquí. Yo quiero jubilarme y retirarme cerca del mar, acompañado de mi mujer, cerca de los míos.
La mujer más mayor pregunto por el precio que pedían.
Antes que terminará la copa que el bodeguero había llenado, llegaron a un acuerdo sobre el precio de compraventa.
Para celebrarlo fueron a cenar a un reputado restaurante de la zona.
Tras pedir los platos, pidieron el vino de la bodega que acababan de adquirir.
- No trabajamos con esa marca, porque hace tiempo que el representante, dejo de visitarnos.
- Y era como dicen, buenos caldos, pregunto la mujer más joven.
- No estaba mal, pero ahora los clientes, piden sabores más afrutados y menos saber a madera.
Tras pedir el vino que acompañaría la cena, todos estuvieron de acuerdo, que tenia por delante mucho trabajo a realizar.

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