domingo, 29 de noviembre de 2009

La visita (versión 20)


Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían en coche para visitar una bodega. Aquella visita cambió sus vidas…
Deben existir razones con muy buenos argumentos para que esa lluvia llegara, y el destino se cambie de un sabor salado de mar a uno de uva en nuestro paladar.
El lenguaje de nuestras bocas poco se lucía, la bodega nos deseaba y nosotros a ella. La expresión de nuestras caras al probar una, otra… y otra copa iba cambiando las respuestas y no eran de palabras, puesto que el vino comenzaba a fermentarse en nuestras vías circulatorias; y el pensamiento como la coherencia de un vocablo se hacían cada vez más ausentes. Protagonizando los cambios de expresión, no hay ningún vino parecido. Cuanto mas probamos, unas variadas gotas, a menudo nuestra estética contestaba.
Encontramos en aquella vistita nuestra verdadera cara, cuando salimos de aquella bodega en medio de acantilados.
Quizás, no nos dimos cuenta, cuanto tiempo teníamos puesta una mascara; entre días, meses y rutinas… nos olvidamos de nuestro ser. Gracias a esa bendita lluvia, alimentamos nuestra propia alma; destruyendo finalmente cualquier insípido y efímero reflejo de aquella mascara; absurda. Tras descubrir, esa deseada fermentación; nos daría como recompensa, nuestro verdadero ser; así conseguimos verlo, gracias a una visita; pero no cualquier visita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario