domingo, 22 de noviembre de 2009

La visita (versión 35)

Una lluvia fina heló la esperanza de quienes deseaban un baño en la playa esa mañana. Media hora más tarde, con pocas ganas, salían en coche para visitar una bodega. Aquella noche cambió sus vidas.
El rostro de Marián representaba 15 años; su cuerpo era otra cosa. Desarrolló su anatomía equiparable a la de una joven adulta. Su cuerpo sería la envidia de cualquier modelo: Sin artilugios ni dietas matadoras. Lo que tenía estaba en su lugar.
Juan Manuel, recordaba en algo las facciones y porte de David Bisbal con un tono bronceado en la piel, consecuencia de muchas horas de sol.

El Ibiza de 2 puertas, cerúleo, era del año y hacía juego con las nubes, apenas cubiertas por la lluvia. Salieron a la vereda del tupido follaje, con las facciones marcadas por el disgusto.
“Con las ganas que tenía de bañarme hoy”, su voz denotó tristeza. “Son tan pocas las veces que puedo venir a la playa. Tú, siempre estás aquí, remojándote como pato”
Una especie de mohín entre divertido y molesto se dibujó en el rostro del joven.
“Me gustó tu idea de venir a la playa, no lo niego. Tuve curiosidad de saber cómo te verías con la tanga roja que te regalé; todo se frustró. Pero…tengo el plan B”
“¿Plan B?
“Vamos a ir a un lugar único, a 20 minutos de aquí. Te gustará. Sólo te pido…”
“¿Me perjudicará?”, su expresión era de picardía.
“Mejor no te digo. Será una sorpresa. Te iba a pedir que me permitas vendarte para que no sepas del lugar. ¿Te parece?”
“Me suena muy misterioso”
“No, bueno, sí. Es algo relacionado con el buen gusto”
“Entonces ¡me va a gustar!”, bromeó la muchacha”. “Véndame los ojos”
Juan Manuel tomó su pañuelo del pantalón y la vendó. Encendió el coche y se encaminó a su destino.
Viajaron en silencio y al llegar a la bodega, el enorme portón se abrió tras 3 toques de claxon, y se tragó al coche con sus pasajeros.
“Vas a bajar, yo te guiaré”, así lo hizo y la muchacha dócil aceptó.”Puedes quitarte la venda”
Las barricas de oscuros tonos mostrando su edad enfrentaron los ojos de la bella.
“¡Una bodega de vinos! ¿Cómo pudiste entrar con todo y coche?”
El joven no contestó, con un ademán la instó a iniciar el recorrido.
“Aquí se lleva a cabo el proceso completo y el ambiente tiene mucho que ver”
“Como la luz, ¿no?”
“Vas a ver lo mejor”, señaló una escalera. ”Debemos bajar al sótano”
“¡Huy! Me estás haciendo pensar en vampiros. Se me hiela la sangre”
“Piensa esto, el vino es como la sangre: un color cercano a la muerte cuya base es la sangre… de la uva”
Abajo, se encontraban algunas barricas y armarios cerrados. Juan abrió el del centro. La pátina del añejado estaba presente en la cubierta de las botellas. Tomó una. Apenas si se distinguía la etiqueta.
“1936. Recuerdos de mi padre”, murió al inicio de la Guerra Civil y es la última y mejor cosecha del viñedo de la familia”. Con mucho cuidado quitó el corcho y escanció parte del tinto contenido en dos copas salidas de algún lado.
Brindaron y fundieron sus labios saboreando el rico bouquet del vino. Volvieron a beber y a besarse.
“Este vino es mi mejor mensaje de amor y te lo ofrezco. ¡Salud!” La chica, como aceptó, prodigó sus propias caricias y los dos fueron una sola carne. Se prometieron amor eterno y esa misma noche unieron sus vidas para siempre. Sellaron su amor con la mejor cosecha de Penedes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario